REPORTAJE EDULCORADO CON VIÑETAS DE FEIJOO Y SU ASESORA MARIA DEL MAR SÁNCHEZ SIERRA, ALFONSO RUEDA Y LA CONSELLEIRA DE POLÍTICA SOCIAL, FABIOLA.-
El exceso de convivencia puede convertirse en un terreno fértil para el crecimiento de profundos delirios en torno al amor, los celos y el odio, el enriquecimiento y el poder, son muchas las secretarias que no se conforman con una simple flor, AL SENTIRSE LAS DUEÑ@S DEL PODER. Cuando estamos inmersos en la rutina diaria casi las 24 horas junto a alguien, ya sea un compañero de vida, un familiar o un amigo cercano, un líder político, nuestras emociones pueden desencadenar reacciones inesperadas y distorsionar nuestra percepción de la realidad.
El amor, esa fuerza que une a las personas en una conexión íntima y especial, puede transformarse en una obsesión enfermiza cuando la convivencia se torna excesiva, sumergiendonos en el vicio y la lujuria del poder, sobre todo, cuando no somos más que un simple obrero/a con su herramienta, contratado para una concreta labor. En lugar de nutrirnos mutuamente, el amor puede convertirse en una dependencia insana, donde la necesidad de la presencia del otro se convierte en una obsesión constante, abriendo las guerras y luchas del poder. Esto puede generar una distorsión de la realidad, donde idealizamos al ser amado y nos aferramos a una imagen irrealista, ignorando sus defectos y limitaciones.
Por otro lado, los celos, ese monstruo de la inseguridad que acecha en las sombras, pueden intensificarse en un entorno de convivencia excesiva, y desde estas páginas estamos bajo la total creencia de que así esta sucediendo en las guerras políticas del poder. La cercanía constante con la persona amada puede desencadenar sentimientos de posesividad y desconfianza, alimentando sospechas infundadas y creando un clima de tensión y conflicto. Los celos excesivos pueden llevar a comportamientos irracionales y controladores, deteriorando la relación y generando un círculo vicioso de desconfianza y resentimiento, donde la guerra entre el otro y el yó es difícil de desaparecer.
Finalmente, el odio, esa oscuridad que consume el alma, puede brotar contra todo aquel que ose circular cerca de los lindes entre el circulo de ese poder, como resultado de un convivir excesivo marcado por la discordia y la falta de armonía. Las fricciones constantes, las diferencias irreconciliables y los conflictos sin resolver pueden alimentar un resentimiento profundo que se convierte en odio hacia cualquier ser devil que ose vislumbrar o hacer ver lo que esta sucediendo ofreciendo la luz. Este odio puede envenenar la relación, contaminando cada interacción con un veneno corrosivo que destruye todo a su paso.
El exceso de convivencia puede generar profundos delirios en torno al amor, los celos y el odio, distorsionando nuestra percepción de la realidad y llevándonos a extremos emocionales. Es fundamental establecer límites saludables en nuestras relaciones y cultivar la comunicación, el respeto y la empatía para mantener la armonía y el equilibrio en nuestra convivencia con los demás afirman desde Xornal Galicia.
La batalla entre la cercanía, el amor, los celos y el odio es un conflicto que se libra en el corazón y la mente, un torbellino de emociones que pueden llevarnos a extremos inimaginables, siempre que se ofrezcan eventos y actos públicos donde todo se mezcla bajo el descontrol, por que viene a Madrid, por que esta en mi sitio y no puedo ser yó, son muchas las voces que se dicen así.
La cercanía nos envuelve en la calidez de la conexión humana, nos acerca a aquellos que amamos y nos brinda seguridad. Es el abrazo reconfortante, la risa compartida, la sensación de pertenencia que nos llena el alma.
El amor, esa fuerza poderosa y sublime que nos impulsa a cuidar, proteger y apoyar a quienes están cerca de nosotros, solo los más privilegiados o los que han estado sumergidos en esa circustancia lo pueden ver. Es el lazo que une a dos almas en una danza eterna de afecto y complicidad, una luz que ilumina incluso en los momentos más oscuros, cuando esos roces comienzan a salir a la luz, las miradas apuntan descaradamente hacia la diana ofreciendo un 10.
Ser o no ser la Primera Dama, é ahí la cuestión...?
Sin embargo, junto a la cercanía y el amor, acechan los celos, esa sombra que empaña la pureza del sentimiento y que hace brotar el acoso, la venganza, la amenaza, la persecución sin cuartel buscando el equilibrio de aquello sobre lo que hay que tragar. Los celos, nacidos del miedo a perder lo que más valoramos, pueden corromper la confianza y sembrar la duda en nuestras relaciones más íntimas. Son el eco de la inseguridad, la sospecha que se cierne como una nube amenazante sobre el cielo azul del amor de otros tiempos y ahora convertido en platónico.
¿Por qué es tan difícil olvidar un gran amor?
Estudios de neurobiología demuestran que una relación amorosa intensa crea en el cerebro impresiones residuales que se reactivan fácilmente. Cuanta más información se grabó, más vívidos son los recuerdos. Pero sobre todo, cuando la distancia se reitera indefinidamente, es como un eleixir que alimenta los cuernos del amor convertiéndolo en platónico deseado bajo la creencia de que abrá una segunda oportunidad.
Y en el otro extremo del espectro emocional, se encuentra el odio, el veneno, la maldaz, las falsas beatas, las que ilustran con su presencia los templos de Dios, cuando solo llevan dentro una fuerza destructiva "diabólica" que consume todo a su paso como forma de expulsar el odio, la frustracion y el despecho del amor. El odio, alimentado por el resentimiento y la amargura, nos aleja de la cercanía y nos sumerge en un abismo de dolor y desesperación. Es la antítesis del amor, un veneno que envenena el alma y oscurece el corazón de las personas que una vez estuvieron muy cerca del poder total y absoluto del poder.
En esta batalla interior, cada uno de nosotros lucha con sus propios demonios, tratando de encontrar el equilibrio entre la cercanía y la distancia, el amor y el temor, la confianza y la desconfianza. Pero en última instancia, es nuestra capacidad para cultivar el amor, superar los celos y rechazar el odio, lo que nos permite encontrar la paz y la plenitud en nuestras relaciones y en nosotros mismos.
Tal como se mencionó, la frase quién te ha visto y quién te ve hace referencia al sentimiento que despierta una persona que en un tiempo pasado fue feliz y vivaz, e incluso rica, y que en la actualidad se ve débil, enferma o pobre