Mientras Portugal asume una política más conservadora en la gestión fluvial, la CHMS ha derribado en los dos últimos años un total de 26 presas y azudes en el territorio de Galicia que domina (Miño-Sil).
En Galicia Costa (AUGAS DE GALICIA) no se ha llevado a cabo ninguna demolición ni se espera en los próximos meses. Galicia cuenta en estos momentos con 122 minicentrales en los ríos (altura de presa menor de 15 metros y hasta 10 Mw.), sin que hasta el momento haya sido retirada ninguna, ya que las concesiones alcanzan hasta los 75 años. Las concesiones pueden ser revisadas por modificación de los supuestos determinantes de su otorgamiento, causa de fuerza mayor a petición del concesionario o exigencia de la adecuación a los Planes Hidrológicos.
El derecho al uso privativo de las aguas puede extinguirse por el término del plazo concesional, la caducidad de la concesión, la expropiación forzosa y la renuncia del concesionario. ARCO IRIS celebró en su día la moratoria a este tipo de instalaciones, aunque insistió (mediante las alegaciones presentadas en su día al Plan Hidrológico Galicia Costa) en la necesidad de valorar de forma individual y rigurosa una retirada generalizada, como la que ahora promueve el MITECO.
Incluso existe un programa de avisos de barreras en ríos, mediante el cual cualquier particular puede avisar de la existencia de presas, rampas, vados y compuertas para ser incluidas en una especie de lista negra en una campaña que se lleva a cabo a nivel europeo y que en 2021 eliminó 108 obstáculos en España (239 en toda Europa).
Una dinámica imparable que amenaza con producir efectos ambientales poco deseables e incluso muy perjudiciales no solo para el abastecimiento de agua a la población, sino incluso para usos agrícolas, ganaderos y de propio mantenimiento de tablas de agua en los ríos en épocas estivales.
ARCO IRIS advierte de la necesidad de reconsiderar todo esta dinámica demoledora y lo mismo que en su día se transmitió la necesidad de una moratoria para minicentrales, se transmite ahora la prioridad de reevaluar un plan que puede disparar la incidencia del cambio climático en la sequía y eliminar para siempre espacios de agua embalsada que albergan a poblaciones vulnerables de reptiles y anfibios.
Con la respetable excusa de “dejar que los ríos corran libres” se puede estar perpetrando un atentado irreversible contra la biodiversidad en toda Europa.