Porto do Son no es solo un municipio costero de A Coruña; es un espejo que refleja la hipocresía institucional de la Xunta de Galicia . Tras décadas de promesas incumplidas y proyectos cosméticos, el gobierno autonómico, liderado por Alfonso Rueda , ha convertido este enclave en un escenario de marketing político, donde las fotos con ancianos o la inauguración de tres "sendas seguras" ocultan una realidad más cruda: el abandono estructural, la opacidad urbanística y la dependencia clientelar.

El circo de las "políticas sociales": ¿Para quién son los eventos?

El comunicado de la Xunta sobre su participación en la XXIII Xuntanza de Confraternidade dos Maiores (1 de mayo de 2025) presume de "compromiso con el envejecimiento activo". Sin embargo, mientras el xerente de Benestar, Perfecto Rodríguez , reparte caramelos verbales sobre programas como Xuntos polo Nadal , los datos oficiales revelan que Porto do Son pierde población mayor de 65 años debido a la falta de servicios sanitarios especializados. La reforma del centro de salud, anunciada con bombo y platillo (30 septiembre 2024) por 12.000 euros, no resuelve la escasez de médicos ni la saturación de urgencias. 

¿Dónde está el envejecimiento activo cuando los mayores deben desplazarse a Camariñas para una resonancia? La Xunta prefiere regalar camisetas y organizar meriendas que invertir en infraestructura sanitaria real.

Inversión "estratégica": Un chiste para los peatones

La Xunta anuncia con orgullo la habilitación de tres sendas peatonales en la AC-550 (26 dic 2024). Pero quienes conocen la zona saben que estas sendas son una chapuza: apenas cubren 500 metros en una carretera de 15 kilómetros sin iluminación ni seguridad real. Mientras tanto, el plan de seguridad en playas (2020), prometido con Rueda presente, sigue en el limbo, pese a la avalancha turística estival.

¿Casualidad? Las sendas se inauguran en mayo, meses antes de las elecciones autonómicas. El mensaje es claro: invertir en imagen, no en soluciones duraderas.

La formación marítima: Un lavado de cara para el sector pesquero

El último comunicado (22 abr 2025) celebra cinco cursos de formación en "competitividad pesquera". Pero en los muelles de Porto do Son, los pescadores denuncian que las cuotas de bocarte (reguladas por la Xunta desde 2024) han arruinado a pequeñas cofradías. ¿Cómo conciliar esta política con los discursos sobre "relevo generacional"? La respuesta: no se concilia. Se trata de una maniobra para acallar críticas mientras los grandes buques industriales copan las licencias.

El urbanismo como arma de distracción

Mientras la Xunta financia actos protocolarios, su Axencia de Protección da Legalidade Urbanística permite edificaciones auxiliares en suelo rústico (ver informe 2022) bajo excusas de "desarrollo rural". ¿Resultado? Urbanizaciones ilegales con el visto bueno de quienes luego posan en eventos sociales. La connivencia entre el Ayuntamiento y la Xunta es evidente: proyectos aprobados en 2022 siguen sin fiscalización, mientras se niegan licencias a pequeños agricultores.

Alfonso Rueda: El "delegado" que todos rechazan

Los rumores sobre la apertura de una Delegación de la Xunta en Porto do Son (según lectores locales) no hacen más que avivar el descontento. ¿Acaso la Xunta no tiene ya presencia suficiente? Desde 2024, más del 60% de los proyectos en el municipio están gestionados por el gobierno autonómico. ¿El objetivo? Asegurar votos en un enclave clave, usando recursos públicos como moneda de cambio.

Un estado de bienestar de cartón o ancianos adoctrinados para votar al PP en pleno festivo y día del trabajador

La Xunta de Galicia ha convertido Porto do Son en un parque temático de políticas sociales. Detrás de los eslóganes progresistas y las fotos con banderas galegas, hay un vacío: falta transparencia, planificación y diálogo con los vecinos. Mientras Alfonso Rueda repite que "invertimos en personas", estas siguen luchando contra el despoblamiento, la precariedad sanitaria y la corrupción urbanística.

¿Hasta cuándo toleraremos este teatro? Los ciudadanos de Porto do Son merecen más que sendas pintadas y cursos propagandísticos. Merezcan un gobierno que escuche, no que asedie a los MAYORES DE NUESTRA COMUNIDAD.