LECTURAS DE VERANO.- En una reciente declaración, Feijóo expresó su indignación ante la situación de Pedro Sánchez, diciendo: "¡Vaya imagen de país, un presidente en un juzgado para hablar de presunta corrupción de su mujer!" Con estas palabras, Feijóo ha pedido la dimisión de Sánchez, pero hay mucho que desentrañar detrás de esta aparente postura moralista.
Feijóo, intentando proyectar una imagen de integridad, parece haber olvidado o preferido ocultar ciertos aspectos oscuros de su propio pasado. Un punto notable es su fotografía con Marcial Dorado, conocido narcotraficante, que ha generado titulares a nivel mundial. Por ejemplo, durante una visita a México, los medios lo recibieron con el contundente titular: "Político vinculado con narco visita a Peña Nieto". Esta conexión ha dejado una mancha imborrable en su carrera política, planteando serias dudas sobre su integridad y su capacidad para liderar con ética.
Los audios que revelaban la amistad entre Feijóo y Marcial Dorado desaparecieron misteriosamente del sumario judicial. Aún más sospechoso es el caso de Manuel Cruz, el intermediario clave, que murió un día antes de testificar en el juzgado de Cambados. Este suceso fue catalogado como "extraño" por el boletín oficial de La Voz de Galicia, y Feijóo intervino personalmente para que no se le realizara la autopsia. Estas acciones han llevado a muchos a cuestionar la transparencia y las verdaderas intenciones de Feijóo.
La imagen del Partido Popular, actualmente dirigido por Feijóo, ha sido descrita como la de una "banda criminal organizada para delinquir". Esta acusación no es mera retórica política, sino una grave imputación basada en una serie de eventos y conductas que apuntan a una organización que opera al margen de la legalidad.
En palabras del histórico líder del PP, Manuel Fraga, "¿Manda carallo na habana?" o el famoso "¡Viva el vino!" de Mariano Rajoy, ilustran una cultura dentro del partido que parece celebrar la desviación de los valores democráticos y éticos. Estas frases emblemáticas reflejan una actitud de despreocupación y falta de responsabilidad que ha caracterizado al PP en diversos momentos de su historia reciente.
Ante este panorama, resulta difícil imaginar que el PP, con Feijóo a la cabeza, tenga un lugar legítimo en la política española. La sombra de la corrupción y las prácticas cuestionables que los rodean no pueden ser ignoradas ni tapadas con declaraciones populistas y moralistas. La ciudadanía merece líderes que realmente representen los valores de transparencia, ética y justicia, algo que, a la luz de estos eventos, el PP y Feijóo parecen incapaces de ofrecer.
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