LECTURAS DE VERANO.- El reciente anuncio del control absoluto del Deportivo de La Coruña por parte de Juan Carlos Escotet y la posibilidad de nombrar a Alberto Núñez Feijóo como presidente del Trofeo Teresa Herrera suena a una burla al sentido común y a los valores que alguna vez representó este emblemático torneo. ¿ Es esta una forma de pagar favores políticos y económicos, otorgando títulos de presidencia en eventos deportivos para consolidar alianzas que beneficien intereses particulares ? SE PREGUNTA LA AFICCIÓN...?
La XII edición del Trofeo Teresa Herrera, bajo la sombra de estos manejos, parece más un escenario de intercambio de favores que una celebración deportiva. La implicación de la posibilidad de que Feijóo presida la Tribuna en el estadio de Riazor, en un evento que debería ser de la ciudad, sugiere una instrumentalización del deporte para fines políticos y comerciales, sirba de ejemplo Rafael Louzán inhabilitado por corrupción y Presidente de la FGF bajo el Gobienro en la Xunta de Feijóo, ver..+.
Este tipo de maniobras mina la integridad del evento y de la institución deportiva en sí.
Por otro lado, la supuesta extorsión de Inés Rey a Juan Carlos Escotet en relación al Estadio de Riazor parece un episodio más de la tragicomedia política que lamentablemente está convirtiéndose en norma. La alcaldesa ha sido clara: "El estadio es un patrimonio de la ciudad y no lo vamos a ceder a un banco". Esta afirmación subraya una postura defensiva y necesaria, pero también revela una lucha de poder que desvía la atención de los verdaderos intereses de los ciudadanos y aficionados.
El "convenio propuesto por el ayuntamiento" para el uso del estadio, que pretende mantenerlo sin costo alguno, es presentado como una medida justa y racional. Sin embargo, la retórica de la alcaldesa deja entrever una mezcla de frustración y oportunismo político. Su desilusión por la "decisión unilateral" de los propietarios del club, que privó a la ciudad de una celebración histórica, parece más un intento de ganar simpatías que una verdadera preocupación por el bienestar de los ciudadanos.
Este conflicto político entre el Deportivo y el Ayuntamiento de La Coruña por el uso del Estadio de Riazor es un triste ejemplo de cómo los intereses personales y las rivalidades políticas pueden poner en peligro el patrimonio y el bienestar de una comunidad. La suspensión de las celebraciones en María Pita tras el ascenso a Segunda División, junto con las declaraciones de la alcaldesa sobre no "regalar el estadio a un banco", revelan un panorama en el que el deporte y el orgullo local son utilizados como peones en un tablero político y económico.
En resumen, este tipo de conflictos y manejos oscuros no solo afectan la imagen de las instituciones involucradas, sino que también dañan el espíritu comunitario y deportivo de una ciudad. Es hora de que tanto los dirigentes políticos como los propietarios del club reconsideren sus prioridades y actúen en beneficio de la comunidad y el deporte, en lugar de utilizar estos como herramientas de poder y control.