La ocupación en la Ría del Burgo de la desembocadura del Río Seixo por parte de Costas figura en la página oficial del SIGPAC como terreno de dominio público marítimo terrestre (DPMT) y, por tanto, perteneciente al Estado y no al Concello de Oleiros.
Sorprende la reacción tormentosa del alcalde de Oleiros, acusando a Costas de incumplir un supuesto acuerdo entre Garcia Seoane y Rafael Eimil (ya jubilado) para urbanizar la parcela ahora ocupada por vertidos de lodos tóxicos y cargados de metales pesados.
Todo el proceso de relleno ha estado rodeado de presuntas irregularidades, ya que no consta ni siquiera que exista un expediente específico de ocupación del DPMT por parte de la propia Demarcación de Costas del Estado. Tampoco existe constancia de que AUGAS DE GALICIA haya sido consultada por la canalización de un cauce fluvial cuya gestión le corresponde. De igual manera, no se ha dado a conocer la existencia de convenio alguno entre el Concello y Costas para la posterior cesión de la parcela a Oleiros y su urbanización al gusto del alcalde.
La denuncia formulada en su día por esta entidad, poniendo de manifiesto las presuntas ilegalidades que han adornado a este sainete, ha sido la causa última de que Costas se haya ceñido estrictamente a la Ley y no haya procedido a prevaricar, cediendo a las presiones de García Seoane. Una cosa es la ocupación del DPMT por Costas y por causas justificadas (depósito de lodos) y otra muy distinta es ceder su propiedad o gestión a otra administración.
Por todo ello, ARCO IRIS exige tanto a Costas como al Concello de Oleiros que aclaren de una vez cuales fueron en su día los términos y condiciones de esta penosa muestra de performance ambiental. Asimismo, debe ponerse a disposición de la opinión pública cual será el futuro de todo el enclave, ya que el relleno de lodos no puede significar bajo ningún concepto esconder la basura debajo de la alfombra. Es evidente que ambas partes buscaban distintos objetivos y que nunca hubo voluntad real de hacer las cosas de forma legal, rigurosa y sostenible.
La pataleta de Garcia Seoane no hace más que darnos la razón y es ahora cuando ha llegado el momento de poner negro sobre blanco todos los recovecos que han convertido lo que debería haber sido una actuación ejemplar en un patético vodevil que deja en evidencia a sus actores protagonistas