Municipios del Bajo Guadalquivir lideran acciones tempranas para evitar brotes mortales
Sevilla, 10 de abril de 2025
La sombra del Virus del Nilo Occidental (VNO) sigue planeando sobre Andalucía. Tras el mortífero verano de 2020, cuando este patógeno transmitido por mosquitos del género Culex se cobró varias vidas y alteró el paisaje sanitario del sur de España, la comunidad autónoma ha redoblado esfuerzos para evitar que la historia se repita. En los últimos meses, decenas de municipios de las riberas del Bajo Guadalquivir, desde Coria del Río hasta Mairena del Aljarafe, han activado protocolos de control vectorial incluso antes de que se registre el primer caso humano. La consigna es clara: actuar hoy para evitar hospitales colapsados mañana.
Lecciones del pasado: cuando el virus cambió todo
Hace cinco años, el VNO irrumpió con fuerza en zonas húmedas de Sevilla y Huelva, aprovechando la combinación de temperaturas suaves, humedad elevada y la abundancia de aguas estancadas, ideales para la reproducción de mosquitos. El virus, que circula entre aves migratorias —sus reservorios naturales—, saltó a humanos y caballos a través de picaduras, dejando un reguero de encefalitis, meningitis y fallecimientos. Desde entonces, su presencia se ha vuelto estacional, pero no menos peligrosa.
“La erradicación total es imposible, pero con prevención intensiva podemos limitar la transmisión”, asegura Rubén Bueno, entomólogo y director técnico de una, empresa pionera en control de vectores que trabaja en la zona. Su estrategia se centra en atajar el problema en su origen: eliminar las larvas antes de que los mosquitos adultos emerggan.
Municipios en pie de guerra: larvicidas y vigilancia
Localidades como Isla Mayor, Aznalcázar, Bollullos de la Mitación o Palomares del Río ya han iniciado tratamientos larvicidas en puntos críticos: charcas, arrozales, imbornales y cualquier espacio con agua estancada. Incluso Sevilla capital ha reforzado la vigilancia en ambos márgenes del Guadalquivir y en zonas rurales como la Dehesa de Villamanrique.
Estas acciones, enmarcadas en el Programa de Vigilancia y Control Integral de Vectores de la Junta de Andalucía, exigen a cada municipio actuar según su nivel de riesgo. Los catalogados como “alto riesgo” —la mayoría en áreas cercanas a marismas y cultivos de regadío— deben ejecutar desde mayo Planes Municipales de Control Vectorial (PMVCV), que incluyen desde diagnóstico entomológico hasta campañas informativas para la ciudadanía.
Ciencia y tecnología: claves para romper el ciclo
El éxito depende de entender el ciclo del virus. Las aves, asintomáticas, lo transportan durante sus migraciones. Cuando un mosquito las pica, el patógeno se multiplica y, en picaduras posteriores, puede infectar a personas. Por ello, además de tratamientos con larvicidas de bajo impacto ambiental, empresas como Lokímica emplean tecnología para mapear focos de cría y monitorizar especies como el Culex pipiens.
“No basta con fumigar: hay que analizar el hábitat, predecir riesgos y adaptarse a cada temporada”, explica Bueno. Esta integración de ciencia y operativa de campo ha permitido a Andalucía reducir brotes pese a las condiciones climáticas favorables al mosquito.
Las próximas semanas: la calma antes de la tormenta
Con el ciclo biológico de los mosquitos ya en marcha, el verdadero desafío llegará entre mayo y octubre, cuando su actividad alcance el pico. Los expertos insisten en que la colaboración ciudadana es vital: eliminar recipientes con agua en jardines, usar repelentes y reportar zonas inundables pueden marcar la diferencia.
Mientras, la Junta mantiene la alerta. “Un verano controlado es posible, pero no podemos bajar la guardia”, advierte un portavoz sanitario. La memoria de 2020, cuando el virus sorprendió a una población inconsciente del riesgo, sigue viva. Hoy, Andalucía escribe un nuevo capítulo: el de la prevención como única vacuna.
Con información adicional
- Zonas de alto riesgo: Marismas, arrozales y riberas fluviales.
- Síntomas graves: Menos del 1% de infectados desarrollan complicaciones neurológicas, pero la mortalidad, aunque baja, existe.
- Caballos, también víctimas: No transmiten el virus a humanos, pero suelen ser centinelas de brotes.