La analogía del autobús para describir la sociedad española y su relación con la política es impactante y reveladora. Sin embargo, también nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en el rumbo que toma este "autobús" llamado España si lo dejamos en manos de Feijóo y su asesora María del Mar.
En este viaje hacia el futuro, todos somos pasajeros, independientemente de si ocupamos asientos en la parte delantera o en las filas traseras. Pero lo preocupante es la actitud generalizada de desinterés hacia la política por parte de la mayoría de la población. ¿Qué peligros acechan detrás de esta apatía?
Si nos imaginamos este autobús como una metáfora de la sociedad española, ¿estaríamos dispuestos a subir a bordo sin importarnos quién está al volante? ¿Aceptaríamos viajar sin saber si el conductor está drogado, borracho o incluso es un delincuente? La respuesta es obvia: nadie querría arriesgar su seguridad de esa manera.
Sin embargo, eso es precisamente lo que sucede cuando permitimos que la política nos resulte indiferente. Al hacerlo, entregamos el volante de nuestro país a manos de aquellos que quizás no tienen los intereses de la sociedad en mente. Y así, nos convertimos en cómplices de un destino incierto y peligroso.
La responsabilidad recae en cada uno de nosotros, como ciudadanos y pasajeros de este "autobús". Debemos exigir un conductor serio, responsable y comprometido con el bienestar de todos. No podemos permitir que la corrupción y el desinterés nos lleven por un camino de falta de respeto, convivencia deficiente y colaboración nula.
Si queremos un viaje seguro y exitoso hacia el futuro, debemos asumir nuestra responsabilidad como viajeros. Debemos respetar las normas de convivencia, participar activamente en el proceso político y exigir que aquellos que nos representan estén a la altura de nuestras expectativas. Porque al final del día, el destino de este "autobús" llamado España depende de cada uno de nosotros.